SOBRE EL PACTO DE GRACIA (PARTE 1) | ZACHARIUS URSINUS

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Extraído de su libro, “UN COMENTARIO AL CATECISMO DE HEIDELBERG”

 

DEL PACTO DE DIOS

Se ha demostrado que un Mediador es quien reconcilia las partes que están en discrepancia, tal y como Dios y los hombres. Esta reconciliación, en las escrituras se denomina Pacto, el cual tiene una referencia particular con el Mediador, puesto que cada Mediador es el de algún pacto y, el reconciliador, es el de dos partes opuestas. Por lo tanto, la doctrina del Pacto, el de Dios con el hombre, esta cercanamente conectada con la doctrina del Mediador. Las preguntas principales que tendrán nuestra atención, considerando este tema, son las siguientes.

I. ¿Qué es este pacto?

II. ¿Fue posible sin un mediador?

III. ¿Es uno o más de uno?

IV. ¿En que se asemejan el Antiguo y el Nuevo pacto, y en qué difieren?

I. ¿QUÉ ES ESTE PACTO?

En general, un pacto es un contrato mutuo o acuerdo entre dos partes, en el que una parte se compromete con otra la para lograr algo bajo ciertas condiciones, dar y recibir algo, y que está acompañado de ciertas señales y símbolos externos, con el propósito de ratificar, de la manera más solemne, el contrato acordado y para confirmarlo, de modo que el compromiso se mantenga inviolable. De esta definición general de Pacto, es fácil percibir lo que entenderemos del Pacto mencionado, el cual podemos definir como una promesa y acuerdo mutuo, entre Dios y los hombres, en el que Dios da a los hombres la seguridad de que será misericordioso con ellos, redimirá sus pecados, les otorgará una nueva justicia, el espíritu santo y la vida eterna por y para su Hijo, nuestro mediador. Y, por otra parte, los hombres en este pacto, se comprometen a sí mismos con Dios, en el que ejercerán arrepentimiento y fe, o que recibirán con una fe verdadera este gran beneficio que Dios ofrece, y rendirán tal obediencia que serán aceptables ante Él. Este compromiso mutuo entre Dios y el hombre se confirma por medio de esas señales externas, las que llamamos sacramentos, que son señales santas, que declaran y sellan la buena voluntad de Dios junto a nuestra gratitud y obediencia.

Un testamento es la última voluntad de un testador, quien en su muerte declara que decisión desea que se haga con sus bienes o posesiones.

En la escritura, los términos Pacto y Testamento se usan en el mismo sentido, con el propósito de explicar mejor y detalladamente la idea de este Pacto de Dios; ya que ambos se refieren y expresan nuestra reconciliación con Dios, o el mutuo acuerdo entre Dios y los hombres.

Este acuerdo o reconciliación se denomina Pacto, porque Dios nos prometió ciertas bendiciones y demandas a cambio de obediencia, también se realizan ciertas ceremonias solemnes para la confirmación del mismo.

Se denomina testamento porque esta reconciliación se hizo mediante la intervención de la muerte de Cristo, el testador, para que sea ratificado, o porque Cristo obtuvo esta reconciliación por medio de su muerte y nos dejó, al igual que los padres en su muerte, sus posesiones a sus hijos. Esta razón es citada por el apóstol Pablo en su epístola a los Hebreos, donde afirma que: “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.” (Hebreos 9: 15 – 17). Mientras el testador vive, tiene el derecho a cambiar, sacar o añadir cualquier cosa que elija hacer con su testamento. La palabra hebrea בְּרִית (Berith) significa solo pacto y no testamento; mientras que la palabra griega διαθήκη (diatheke), que se usa en la epístola a los Hebreos, significa tanto pacto como testamento, de lo cual se deduce (como algunos suponen) que esta epístola fue escrita no en hebreo, sino en griego.

Objeción: Un testamento se hace por la muerte del testador. Pero Dios no puede morir. Por lo tanto, su testamento no está ratificado; o esta reconciliación no puede llamarse testamento.

Respuesta: Negamos la segunda proposición por qué; se dice que Dios redimió a la Iglesia con su sangre, por lo tanto, debió haber muerto; pero en su naturaleza humana, según el testimonio del apóstol Pedro, quien dice que Cristo es el testador, quien fue Dios y hombre, y que fue muerto en la carne. (1° Pedro 3:18)

II. ¿COMO PODRÍA HACERSE ESTE PACTO ENTRE DIOS Y EL HOMBRE?

Este pacto solo podría hacerse por un mediador, como se puede deducir del hecho de que, como una de las partes, no podíamos satisfacer a Dios por nuestros pecados, para ser restaurados en su favor. Sí, así era nuestra miserable condición, que no hubiésemos aceptado el beneficio de la redención si hubiese sido comprado por otra persona. Luego Dios, como la otra parte no podría debido a su justicia, admitirnos en su favor sin la satisfacción suficiente. Éramos los enemigos de Dios, y, por consiguiente, no teníamos acceso a Él, a menos que fuese por la intercesión de Cristo, el mediador, como se ha demostrado plenamente en las observaciones que hemos hecho acerca de la pregunta − ¿Por qué es necesario un mediador? Podemos concluir, por lo tanto, que esta reconciliación fue posible solo por medio de la satisfacción por la muerte de Cristo, el Mediador.

III. ¿ESTE PACTO ES UNO O HAY MAS?

En sustancia, este pacto es uno, pero es doble en relación con las circunstancias; o es uno con respecto a las condiciones generales en las cuales Dios se compromete con nosotros y nosotros con Él; y es doble con respecto a las condiciones que son menos generales, o como algunos dicen, en relación con su modo de administración.

El Pacto es uno en sustancia.

1. Porque hay un Dios, un mediador entre Dios y el hombre, Jesucristo; un camino de reconciliación, una fe y un camino para la salvación para todos quienes son y han sido salvados desde el principio. Es una buena pregunta, una que ha sido ampliamente debatida, si los antiguos padres fueron salvados de una manera diferente a la que somos salvados, lo cual, a menos que sea correctamente explicado, otorga mucha oscuridad e ignorancia al evangelio. Los siguientes pasajes de la escritura nos enseñan qué debemos creer en relación a este tema: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” “… y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”, “… de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente”, “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”, “ … porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”, “y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel … etc.”, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”, de esto Él se refiere: Yo soy el camino por el cual incluso Adán obtuvo la salvación. “…  muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis”, “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.” (Hebreos 13:8, Efesios 1:22; 4:26, Juan 1:18, Hechos 4:12, Mateo 11:27, Juan 14:6, Lucas 10:24, juan 8:56). Por lo tanto, todos aquellos que han sido salvos y aquellos bajo la ley, así como también aquellos sujetos al evangelio, respetaron a Cristo, quien es el único mediador, por medio de quién fueron reconciliados con Dios y salvados. Por tanto, solo hay un pacto.

2. Solo hay un pacto, porque las condiciones principales, que se denominan la sustancia del pacto, son las mismas antes y después de la encarnación de Cristo, porque en cada testamento Dios le promete a aquellos que se arrepienten y creen, la remisión del pecado mientras los hombres se someten, o, por otro lado, ejercen la fe en Dios y se arrepienten de sus pecados.

Pero se dice que hay dos pactos, el antiguo y el nuevo, en relación con las circunstancias y condiciones que son menos generales, que constituyen la forma o el modo de la administración, lo que contribuye a las condiciones principales, para que los fieles, por medio de su ayuda, puedan obtener las condiciones que son generales.

IV. ¿EN QUE SE ASEMEJAN EL ANTIGUO Y NUEVO PACTO, Y EN QUE SE DIFERENCIAN?

Debido a que hay un solo pacto y la escritura habla de ello como si fueran dos, debemos considerar en que detalles estos pactos se asemejan y en que se diferencian.

Se asemejan en:

1. En tener a Dios como su autor y a Cristo como el mediador. Pero de cierta manera, como algunos dicen, Moisés fue el mediador del antiguo pacto. A esto respondemos que fue solo el mediador como un tipo de Cristo, quien ya en ese entonces era el mediador, pero ahora es el único mediador sin ningún tipo; ya que Cristo al venir encarnado, no está ocultado por tipos.

 

2. El la promesa de la gracia, en relación con la remisión de pecados y la vida eterna otorgada libremente a los que creen por y para Cristo, cuya promesa era común para aquellos que vivían bajo el antiguo pacto, así como a nosotros; ahora es entregada de manera más clara, por tanto, Dios promete la misma gracia a todos los que creen en el mediador. “… y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza”, “para ser tu Dios, y el de tu descendencia”, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna…”, “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.” (Génesis 3:15; 17:7, Juan 3:36, Hechos 15:11): Aquí hablamos de la promesa de la gracia en general y no de las circunstancias de la gracia en particular.

 

 

3. En la condición con respecto a nosotros. En cada pacto, Dios requiere de los hombres fe y obediencia. “anda delante de mí y sé perfecto.”, “arrepentíos, y creed en el evangelio”. (Génesis 17:1, Marcos 1:15). Por lo tanto, el nuevo pacto concuerda con el antiguo en aquello que se refiere a las condiciones principales, tanto de la parte de Dios como de la parte del hombre.

Los dos pactos de diferencian en:

1. Las promesas de las bendiciones temporales. El antiguo pacto tenía promesas especiales en relación con las bendiciones de carácter temporal, como la promesa de la tierra de Canaán, que debía ser dada a la iglesia; la forma del culto ceremonial y la política de Moisés, que debía ser preservada en la tierra hasta la época del Mesías; el nacimiento del Mesías para ese pueblo, etc. Pero el nuevo pacto no tiene promesas especiales de bendiciones temporales, sino solo las generales, porque Dios preservará a su iglesia hasta el fin, y siempre le proveerá un lugar de descanso.

2. En las circunstancias de la promesa de la gracia. En el antiguo pacto, los fieles eran recibidos en el favor de Dios por causa del Mesías que había de venir y el sacrificio que ofrecería. En el nuevo, las mismas bendiciones se obtienen por el Mesías que ya vino, y por el sacrificio que ya ha ofrecido para nuestro beneficio.

3. En los ritos o señales que son añadidos a la promesa de la gracia. En el antiguo pacto, los sacramentos eran muchos y dolorosos, tal como la circuncisión, la pascua, las ofrendas y los sacrificios. En el nuevo, solo hay dos sacramentos: El bautismo y la cena del señor, los cuales son simples y significativos.

4. En la claridad. El antiguo tiene tipos y sombras de las buenas cosas que habían de venir. Todo era una tipología, como los sacerdotes, los sacrificios etc. Por tanto, cada cosa era más oscura e ininteligible. En el nuevo, tenemos el cumplimento de todos estos tipos, así que cada cosa es más clara y mejor comprendida, tanto en relación con los sacramentos como a la doctrina que es revelada.

5.En los dones que otorgan. En el antiguo, el derramamiento del Espíritu Santo era pequeño y limitado, en el nuevo es vasto y completo. “haré nuevo pacto…”, “Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más…”, “… derramaré mi Espíritu sobre toda carne”. (Jeremías 31:31, 2 Corintios 3:9, Joel 2:28).

6. En su duración. El antiguo debía de continuar hasta la venida del Mesías, pero el nuevo continuara por siempre. “haré con ellos pacto eterno” (Jeremías 32:40).

7. En su obligación. El antiguo ataba a las personas a la ley completa; moral, ceremonial y judicial. El nuevo nos ata solamente a lo moral y a ministrar los sacramentos de Cristo.

8. En su alcance. En el antiguo pacto, la iglesia estaba limitada a la nación judía, a la que se convirtieron todos los que se salvarían para unirse a ella. En el nuevo, la iglesia es establecida entre todas las naciones, y está abierta a todos quienes creen, de cada nación, rango, condición o idioma.

Observación: El antiguo testamento o pacto, se usa a menudo en la escritura como una figura del lenguaje de la ley, la que se denomina sinécdoque, (en la cual se toma una parte por el todo), con respecto a la parte de la que se trata especialmente. Porque en el antiguo pacto, la ley se aplicaba de manera más estricta, y había muchas partes de ella. El evangelio también era mucho más oscuro. El nuevo testamento o pacto, por otro lado, es en su mayor parte considerado como el evangelio, porque en el nuevo, una gran parte de la ley es abrogada, y el evangelio allí es más claramente revelado.

 

Traducción: Idilme H. Casanga.

Fuente: https://purelypresbyterian.com/2017/02/18/of-the-covenant-of-grace-zacharius-ursinus-part-1/?fbclid=IwAR0NtNi9cmfJdIaF9aIrId-VbWn-8hV9WgslWvo_dF6EG45IeDs0Zr7aQ2M

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